Hoy, en nuestros días, sigue existiendo un tema que para muchos padres y centros educativos es un tabú, la sexualidad. No podemos mirar para otro lado, es una parte más de nosotros mismos, al igual que dormir, comer o soñar. El darle otro matiz no tiene ningún sentido y es labor de los padres educar a los hijos en la sexualidad atendiendo a las necesidades de cada edad de una forma sana y bien entendida, respetando los deseos del otro desde que tienen uso de razón. Pero hay una razón mucho más poderosa, y es ayudar a nuestros hijos a decir no y a prevenir el abuso sexual. Las estadísticas dicen que uno de cada cinco niños en el mundo ha sufrido algún tipo de abuso sexual.

 

La educación sexual, la mejor arma para prevenir el abuso sexual

Muchos padres piensan equivocadamente que la sexualidad es el sexo y el uso de los métodos anticonceptivos y que la educación sexual debe hacerse en la adolescencia. El sexo es una parte muy pequeña de la sexualidad y nuestro objetivo como padres debe ser que nuestros hijos tengan la confianza suficiente para contarnos o preguntarnos sobre el tema abiertamente, porque hablamos de sexualidad sin tapujos, esta es la mejor manera de prevenir el abuso sexual en nuestros hijos. El empezar a hacerlo en la adolescencia es demasiado tarde y es una etapa de la vida en la que recogemos lo sembrado, no es el momento de empezar a educar. 

No suelo utilizar la Wikipedia como fuente bibliográfica pero la definición que hace de educación sexual me parece genial.

Educación sexual hace referencia al conjunto de actividades relacionadas con la enseñanza, la difusión y la divulgación acerca de la sexualidad humana en todas las edades del desarrollo, el aparato reproductor femenino y masculino, la orientación sexual, las relaciones sexuales, la planificación familiar y el uso de anticonceptivos, el sexo seguro, la reproducción —y, más específicamente, la reproducción humana—, los derechos sexuales y los derechos reproductivos, los estudios de género y otros aspectos de la sexualidad humana, con el objetivo de alcanzar una satisfactoria salud sexual y reproductiva.

Debemos llamar a las cosas por su nombre

Cuando son pequeños aprenden las partes del cuerpo, pero nos cuesta mucho que aprendan las palabras genitales, pene, vulva o vagina.

Responder sus dudas

Los niños son curiosos y ellos mismos, cuando están preparados, hacen las preguntas, por tanto no debemos ocultar las respuestas y debemos responder sinceramente cuando nos las hacen.

Respetar sus deseos y sentimientos

Los padres tendemos a «forzar» a los niños a «ser cariñosos», en muchas ocasiones incluso con gente que no conocen o acaban de conocer y les instamos a dar besos, abrazos o muestras de afecto. El beso en nuestra cultura es una forma de saludo, como norma de cortesía, pero fuera de eso nunca debe ser forzado.

Desde los tres años hay que hablar de sexualidad

Una de las mejores formas es responder sus dudas y que sepan muy bien qué partes del cuerpo son íntimas y no deben ser tocadas por nadie y que nadie debe instarle a que toque a otros. Hay materiales didácticos ya hechos para ello, enfocados a prevenir el abuso sexual infantil.

Aquí os dejo uno de los mejores recursos didácticos, elaborado por el Consejo Europeo para la prevención del abuso sexual infantil, para niños de 3 a 7 años, el «Cuento de Kiko» y la La_Regla_de_Kiko_Guia_para_Padres_y_Educadores, para trabajar con los niños dicho cuento y educar en la prevención del abuso sexual.

Es labor primordial de los padres, no vale delegar en otro lo que es nuestra responsabilidad. Educar es crianza, crianza única.