Llevo mucho tiempo sin escribir porque ha llegado a nuestras vidas mi segunda hija. La segunda maternidad está siendo completamente diferente a la primera. Cada maternidad para mí es un proceso de revolución y de cambio lleno de retos pero también es una experiencia repleta de satisfacciones.

La maternidad es un proceso de cambio

Cuando te quedas embarazada por primera vez y nace tu hijo, tienes la sensación de que lo más difícil ha terminado. Ya tienes a tu niño en brazos y lo peor ya ha pasado. Con el parto se cierra una etapa pero comienza un camino lleno de experiencias nuevas, con retos diferentes y mucha incertidumbre.

Se necesita un tiempo para conocer a tu hijo, cada niño es diferente

Llegas a casa con tu niño en brazos, sin libro de instrucciones y con miles de consejos que llegan por todas partes. No hay recetas para hacerlo bien, cada niño es un mundo con unas necesidades completamente diferentes. Lo único que realmente funciona es ir poco a poco probando cosas y a los pocos meses sabrás perfectamente qué te está pidiendo tu hijo, qué cosas le gustan y cuáles detesta. No tengas prisa, no te agobies.

Mi primera hija tenía muchos problemas con el sueño; le costaba quedarse dormida y se despertaba incontables veces por la noche. Estábamos agotados, de mal humor. Había momentos en los que dudaba de si realmente la elección de tener un hijo había sido adecuada.

Mi segunda hija sabe lo que quiere, llora hasta que lo consigue, aunque lo que desee sea jugar. No tiene ningún problema con el sueño, casi se queda dormida sola con tres meses. Yo he hecho exactamente lo mismo que con la primera, la clave es que ellas son distintas.

Los primeros meses son duros

Tienes a un bebé que tiene escasos recursos para comunicarse (muchas veces es ingrato, le das todo y solo te regalan pañales repletos). Por otro lado, sus necesidades chocan continuamente con las tuyas: ellos comen frecuentemente y de forma irregular, muchos duermen seguido escasos minutos y necesitan estar en contacto casi de forma permanente. Tú comes tres o cuatro veces al día, necesitar dormir de 6-8 horas seguidas para ser persona y necesitas espacio físico y tiempo para ti y poder estar sola para sentirte persona.

¿Cómo se resuelve el problema? Aceptando que los primeros meses son así pero que luego la cosa cambia, y que cuando tus necesidades chocan con las del bebé, la ecuación siempre se resuelve adaptándote tú de la mejor manera a sus necesidades.

Se necesita un tiempo para adaptaros al cambio, tienes a un desconocido en casa

Llega una persona desconocida para todos y de repente cada miembro de la familia tiene que adaptarse.

  • La madre puede sentirse abrumada porque ser el principal cuidador de alguien que te necesita las 24 horas del día es agotador. Hay que ofrecerle ayuda y apoyo para que tenga al menos el tiempo suficiente para cubrir sus necesidades, no la juzguéis.
  • El padre puede sentirse desplazado. Sin embargo, su misión en los primeros meses de crianza es imprescindible.
  • Para los hermanos es una experiencia que puede llegar a ser muy dura. Hasta ahora papá y mamá estaban sólo para él pero ahora hay que repartirse. Esto daría para varios posts.
  • Los abuelos porque los nietos son parte de ellos. Tienen que encajar que hay una nueva familia que puede tener necesidades y formas de hacer diferentes a la suya.

Es un proceso de reajuste de todos para lograr volver al equilibrio de nuevo.

No te juzgues

Demasiadas cosas tienes encima, no seas duro contigo mismo. Como todo cambio lleva un tiempo adaptarse, pero se consigue. No te preocupes si no te da tiempo a hacer todo lo que habías planeado, no te agobies si la casa está hecha un desastre, no te juzgues por estar agotado o por los cambios que en tu cuerpo ha supuesto un nuevo embarazo.

Sois los mejores padres, no dejes que te juzguen

Opinar es muy fácil, sería interesante ver cómo la persona que te juzga resuelve las dificultades con las que te topas cada día. Está muy bien que otras personas te cuenten su experiencia, pero es eso, su experiencia. No es una receta infalible que sirva para todos los niños; para el suyo sí, igual para el tuyo no.

En mi segunda maternidad llevo las críticas con una elegancia pasmosa. Sonrío a todo el mundo y digo que sí con una sonrisa de oreja a oreja y luego hago lo que creo que debo hacer. Vamos que por un oído me entra y por otro me sale.

¿Qué cambia en la segunda maternidad?

  • Sabes lo que no quieres. Es mucho más importante que saber lo que quieres porque es mucho más amplio. Así que las cosas que más pueden molestarte o con las que te sientes más incómodo simplemente ni te las planteas. Si vais a ser padres por primera vez, haz con tu bebé aquello con lo que tu hijo y tú os sintáis mejor, te digan lo que te digan.
  • El primer hijo te pone los pies en el suelo. Aceptas por ejemplo que hay momentos en los que es inevitable que lloren o que igual tienes que salir a las ocho de la mañana a dar un paseo. Al final, el segundo hijo se tiene que adaptar porque tiene un hermano mayor que tiene sus necesidades.
  • Aceptas que los primeros meses son imprevisibles, lo que te permite una capacidad de adaptación abrumadora.
  • Las críticas las llevas con elegancia.
  • Te das cuenta de que cada niño es un mundo. Casi desde el primer día empiezas a notar que son caracteres diferentes, lo que te sirvió para uno no te sirve para el siguiente.
  • Estás mucho más sereno y eso te permite disfrutar cada segundo, con sus momentos buenos y sus momentos difíciles.