Querida Julia:

Recuerdo el año pasado por estas fechas, mamá había empezado a descontar los días para que pudiésemos conocerte, tocarte, besarte. El embarazo comenzaba a hacerse pesado y las noches más complicadas. Le decía siempre a papá que si te movías tanto fuera como lo hacías dentro, no íbamos a parar y que ibas a ser de juerga nocturna. Evidentemente papá no me creía y hacía bien.

Al poco tiempo naciste, eras preciosa, con esos ojos abiertos desde muy pequeña, tan atenta a todo y tan curiosa, me encantaba mirarte directamente a los ojos. Eso que mamá notaba ya en la barriga, fue cierto fuera de ella. Eras muy activa y la noche era tu momento.

Siempre había alguna voz que con dulzura y llena de buena intención nos decía que era la cuarentena, que luego empezarías a dormir bien, luego al empezar los cereales, más tarde a los seis meses, luego al año y ya que casi estamos, nos dicen que cuando empieces el colegio. Mamá sigue pensando lo mismo que al principio, eres un cielo, me encanta todo de ti, hasta he aprendido a disfrutar de esas noches con pocas horas de sueño; pienso que todo pasa muy rápido, y que esas horas nocturnas las he aprovechado para besarte, acariciarte, acunarte bajo la penumbra de la noche, siendo cómplices. Es duro, muy duro, he derramado lágrimas mientras te cantaba nanas, pero para eso están aquí tus papis.

Una de las etapas más duras fue en esa época, en torno a los cuatro meses, sin saber la causa, es una cifra mágica en la que se supone que todo bebé debe dormir de un tirón por los dichosos cereales. Muchos decidieron dar su opinión, me volvieron loca: estás acostumbrando muy mal a Julia, si sigues así nunca dormirá sola, eso lo hace porque demanda tu atención, eres demasiado blanda y yo qué sé cuántas barbaridades más.

Mamá estaba cansada, papá trabajaba muchas horas, las horas pasaban despacio entre ojeras y mamá cada minuto que tenía libre lo dedicaba a intentar informarse de si lo que te pasaba era normal o no y si yo estaba haciendo algo mal que provocara esos despertares nocturnos frecuentes, confundida por tanta opinión. He leído a Estivil, a la guía para tener a bebés tranquilos y felices, a Rosa Jové, a Carlos González, he visitado foros de madres y mil y una página de internet dedicadas al sueño infantil. He aprendido mucho y al menos supe lo que no quería hacer.

Al principio probé, a intentar eso de «dejarte somnolienta en la cuna, pero sin estar dormida», a ver que narices es eso, porque yo aún no lo entiendo bien. Se supone, que el objetivo era que aprendieras a dormirte sola y eso se supone que tenía que disminuir los despertares. Dando el pecho, era poco menos que imposible, cuando acababas estabas frita, pero si no lo estabas, intentaba ponerte en la cuna y llorabas, te intentaba consolar y volverte a poner y llorabas, solo lo pude aplicar una noche, pensé que eras muy pequeña. Estivil, ni olerlo, no te iba a dejar llorar sin hacer nada porque no me salía de las entrañas y no me daba la gana. Al leer a Rosa Jové o a Carlos González creía que no podía hacer nada, pero entendí muchas cosas.

Mi niña, eres única e irrepetible, no eres un robot, no existe el método ni para dormir, ni para comer ni para quitarte el pañal. Aprendí que al menos una rutina de sueño estable con una hora para ir a la cama concreta, no más tarde de las 21h y todos los mimos del mundo, conseguían que poco a poco tu sueño llegara antes y durara más. Comprendí qué era tan duro que se hacía necesario que papá te durmiese, y eso fue clave porque comencé a relajarme al ver que papá también podía y así empezamos a repartir el trabajo. Sin hacer nada, ahora te duermes solita pero si pides a tus papis ahí están para abrazarte. Los despertares han mejorado mucho, pero si despiertas en la oscuridad de la noche somos tus cómplices.

Si con esta carta conseguimos tranquilizar a un solo papá o mamá y dejan de sufrir, seré la mamá pediatra más feliz de la tierra.

Por cada hora menos de sueño te quiero un poquito más.

Siempre tuya,

Mamá

P.D.: A todos esos papis que han pasado por no dormir, por ser juzgados, por leer y ahogarse en internet. Pasa, mejora y se hacen mayores. Mucho ánimo.

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